Lo primero a lo que tenemos que prestar atención para elegir un buen psicólogo es a su formación. Existe mucho intrusismo laboral en la psicología y, a veces, podemos encontrarnos terapeutas que no son profesionales de la salud mental. Por eso, es de vital importancia asegurarnos de que esté graduado en Psicología, habilitado y especializado en Psicología Clínica y que esté colegiado. Un psicólogo fiable tendrá bien visible su número de colegiado. Si encontramos terapeutas que nos ofrecen soluciones sencillas y rápidas, casi mágicas, o métodos sin suficiente evidencia empírica, es señal de que puede ser un fraude.
El siguiente paso para elegir el psicólogo perfecto para nosotros es informarnos de qué enfoque terapéutico utiliza. Hay multitud de corrientes psicológicas y a cada persona le funciona mejor una que otra, por lo que conviene saber cuál necesitamos y si nuestro psicólogo tiene formación especializada en ella. Si nos dice que sigue una corriente de tipo cognitivo-conductual, siempre es buena señal, ya que es la que cuenta con más solidez científica, aunque existen otras corrientes que también tienen suficiente apoyo. Debemos evitar a toda costa las corrientes que no cuentan con evidencia científica, como las constelaciones familiares, la terapia de vidas pasadas, el reiki, las flores de Bach y otras supuestas terapias alternativas. Si no encontramos esa información en la web, podemos pedir una primera consulta y preguntar todo lo que necesitemos para resolver dudas.
Otra buena señal de que hemos escogido un buen psicólogo es si le preguntamos cómo va a ser el plan de tratamiento y nos responde de forma clara el paso a paso sin andarse con rodeos. Al principio, es complicado concretar la duración y las metas a alcanzar, pero después de una primera entrevista debería ser capaz de hacer una estimación general aproximada y de contestarnos a todas las preguntas que le hagamos de manera sincera y concisa.