Una de las preguntas más habituales que surgen cuando nos planteamos acudir por primera vez a un psicólogo es cuánto durará la terapia. Dar respuesta no es sencillo, ya que intervienen muchos factores que van a influir en la duración de nuestra terapia, pero es importante saber que en la mayoría de los casos empezaremos a ver cambios de manera progresiva.
La frecuencia de las sesiones será un elemento clave en la duración total. Cuanto más espaciadas sean las sesiones, más se alargará en el tiempo. Lo idóneo es realizar una sesión semanal e ir espaciándolas según vayamos mejorando, ya que la constancia es muy importante para el éxito de la terapia.
Otro factor importante es el tipo de problema que nos lleve a la consulta. Hay tratamientos que requieren ir más despacio o síntomas más intensos o resistentes que necesitarán más trabajo que otros. También hay algunos tratamientos, por ejemplo, que funcionarán mejor realizando tareas en el tiempo entre sesiones. La cronicidad, es decir, el tiempo que llevemos sufriendo el problema, también repercutirá en el tiempo total de la terapia.
Debemos tener en cuenta también otros factores externos e internos: las características personales, el nivel de implicación con la terapia, los imprevistos o las condiciones que nos rodean son elementos fundamentales. No siempre podemos controlar todos estos factores y, por eso, establecer un tiempo concreto no es fácil.
Lo más importante es recordar que la terapia es un proceso y que cada uno funcionamos a nuestro propio ritmo. Lo que sí podemos hacer es fijarnos ciertas metas y establecer junto a nuestro terapeuta un plan a corto, medio o largo plazo según nuestros objetivos y nuestras necesidades. Nuestros psicólogos siempre tratarán de conseguir los mejores resultados en el menor tiempo posible y nunca alargarán la terapia de forma innecesaria.